Varios años después de haber escrito una primera explicación de lo que significa Mushin no Shin (concepto que da nombre a nuestro centro), hemos decidido añadir una segunda parte a esta entrada de nuestro blog.
De forma tradicional, la transmisión de este tipo de ideas se lleva a cabo a través de imágenes y no mediante explicaciones formales. Ya lo dice la primera frase del Dao de Jing: “El Dao que puede ser nombrado no es el Dao verdadero”, indicando así que cualquier explicación siempre será inexacta e incompleta. Por supuesto, por esa razón este mismo texto lo es.
A lo largo del tiempo hemos recopilado varias ideas que representan bien el concepto de Mushin (No-Mente o No-Intención) y nos gustaría que las conocierais.
El concepto Mushin no Shin en imágenes
Imaginad un río que fluye y delimita dos terrenos.
Pregunta: ¿el río separa los terrenos o les sirve de unión? ¿Quizá ambas?
El río sólo fluye. Sólo cumple con su naturaleza. De la misma forma que a lo largo de su curso arrastra materiales y erosiona piedras, la unión o separación de los terrenos es simplemente un resultado secundario de lo que el río es y de lo que hace por su naturaleza. No tiene intención de arrastrar, destruir, unir o de separar.
Imaginad un bote a la deriva en medio de un banco de niebla.
Un segundo bote tripulado por un barquero que escucha al primer bote, pero desconoce que a éste no lo guía ningún barquero y que, intentando esquivar al primer bote, termina embistiéndolo.
Pregunta: ¿El choque se produce por culpa del barquero que abandonó el primer bote? ¿por la falta de pericia del barquero? ¿A causa de la niebla o de la marea? ¿quizá todas a la vez?
La marea, la niebla y los botes no tienen ningún tipo de intención ni de voluntad. La única intención presente en este caso es la del barquero que cuanto más se esfuerza en evitar el choque, más lo propicia.
Imaginad un corte de espada.
Existe una práctica llamada Tameshi-giri que consiste en practicar el corte sobre objetos como cañas de bambú o rollos de paja.
Pregunta: ¿Un corte deficiente se debe a un error en el practicante, a un defecto en la espada o quizá a ambas?
La naturaleza de la espada (su camino) es la de cortar, pero en sí no tienen ninguna intención. Es la mente y la intención del practicante la que no deja manifestar a la espada su naturaleza, imponiéndola su voluntad. Así se producen cortes deficientes o peor aún, cortes con malicia. Esa agresión se ejerce tanto contra el objeto cortado como contra el autor del corte. Por eso, la práctica más avanzada de la espada es aquella en la que el corte nunca llega a producirse. Por favor no confundáis la acción de no cortar con el no-corte.
Imaginad un Asana de Yoga. El practicante mantiene su atención en una indicación específica para las piernas, mientras que pierde atención sobre una indicación específica para los brazos, sobre el alineamiento de su columna y sobre su respiración.
Pregunta: ¿En qué parte concreta del cuerpo o acción específica es más importante centrar la atención?
Centrar la atención implica la imposición de la voluntad sobre una parte del cuerpo. Así, convertimos a esa parte en prisionera de la mente y a la mente prisionera de esa parte. Los años de práctica no buscan el férreo control tiránico del cuerpo, sino, más bien, la liberación de la esclavitud de la mente y el cuerpo. De hecho, la práctica más avanzada aparece cuando, finalmente, se abandona la forma del asana para poder centrarse en la no forma de la misma. De nuevo, al igual que con el ejemplo de la espada, no confundáis la no-forma del Asana con un Asana sin forma.
Ahora imaginaos buscando un objeto que ha caído en una laguna con la superficie agitada y el fondo turbio por el lodo. Imaginaos frunciendo el ceño y sacudiendo el agua esperando frenar las ondas de su superficie y asentar el fango de la profundidad. La acción intencionada sólo genera más turbulencias, aún cuando intentemos parar el agua con suavidad infinita.
Y finalmente, imaginad que la superficie de la laguna es vuestro cuerpo, que el fondo turbio es el conjunto de vuestra mente y vuestras emociones y que el objeto que buscáis es a vosotros mismos. Cuanto más esfuerzo invertimos en esa búsqueda más la dificultáis.
Volviendo a la concepción original que os ofrecíamos años atrás, «La luna no tiene intención de proyectar su sombra, ni el estanque se propone albergar la luna». El deseo de ver claro este reflejo es la razón por la que la luna termina reflejándose en superficies de agua turbulentas.