«Desde la Competición hacia la Cooperación» por MATTHIEU RICHARD

A continuación, incluimos la transcripción en español de un artículo realmente interesante creado y publicado por Matthieu Ricard a través de su blog. Para poneros en situación, M. Richard es un monje budista de origen francés que reside en Nepal. Hijo de un conocido filósofo francés y de la pintora Yahne Le Toumelin, llegó a alcanzar el doctorado en Genética Molecular. Sin embargo, al terminar sus estudios, se centró en la práctica del Budismo tibetano. Desde entonces, ha publicado diversos libros sobre filosofía y fotografía. Muchos de sus trabajos están centrados en explicar el concepto de la Felicidad.

Traducción: Desde la competición hacia la cooperación

El mundo de los negocios es un mundo competitivo, que a menudo resulta muy intenso. La competición malsana está dirigida por la avaricia, la hostilidad y el egoísmo sin escrúpulos. Sin embargo, la competición puede ser una fuente de inspiración para mejorar lo que hacemos. Nada podría ser mejor que una sociedad centrada en la cooperación en lugar de la competición.

La competición no significa necesariamente eliminar competidores por cualquier medio. Al contrario, para prosperar una empresa podría por ejemplo convertirse en líder e inspirar a sus inversores adoptando valores éticos y un comportamiento saludable con el entorno. La competición puede guiarnos a mejorar la calidad de los productos para el beneficio de todos.

La competición está relacionada con la tendencia moderna y exacerbada hacia el consumismo y los efectos de tal relación están bien documentados.  Tim Kasser, investigador americano, autor de The High Price of Materialism, estudió durante 25 años la correlación entre la tendencia al consumismo y los estándares de vida, lazos sociales, salud y otros factores en decenas de miles de casos.

Él y su equipo crearon un cuestionario para estudiar hasta dónde la gente está apegada al consumismo y hasta qué punto se preocupan por valores “externos” (riqueza, propiedad material, imagen social, etc.) en lugar de por los valores “internos” (satisfacción con su propia vida, amistad y lazos sociales, valores ecológicos, empatía).

Como resultado averiguó que cuanto más alta es la puntuación en la escala del “Consumismo”, las personas se sienten menos satisfechas. Aquellos que puntúan alto en la escala persiguen placeres hedonistas que se encuentran en constante fluctuación y se interesan menos en la satisfacción que producen valores internos más duraderos; se guían por valores materiales; tienen muchas relaciones profesionales, pero pocos amigos; se encuentran menos contentos con su vida familiar e incluso no gozan de tan buena salud. También se interesan menos por asuntos globales que afectan a la sociedad como un todo, tales como el medio ambiente.

Dicho esto, buscan la felicidad al igual que cualquier otra persona. ¡Nadie se despierta por la mañana con el deseo de sufrir todo el día! Sin embargo, estas personas buscan la felicidad donde ésta no puede ser encontrada. Por lo tanto, tienen que entender, individual y colectivamente, que la felicidad interna contribuye a una vida de éxito más que el consumismo excesivo. El consumismo se puede comparar con beber agua salada, cuanta más bebemos, más sedientos estaremos. Valores tales como la satisfacción y la sencillez, en cambio, han sido elogiados por las tradiciones contemplativas durante milenios.

En particular, debemos aprender a evitar la búsqueda de lo superfluo. La sed por lo superfluo ha llegado a un punto tan exagerado que necesitamos hacernos conscientes de ello. Una economía saludable debería ser capaz de proveer a cada uno en relación con sus necesidades reales. Sin embargo, dedicamos una gran parte de nuestros recursos, trabajo y tiempo intentando conseguir aquello que no es ni necesario ni útil para el bien común.

No tiene ningún sentido para una nación ser la más rica y la más poderosa si resulta ser la más infeliz. Debemos poner el acento en la “Felicidad Interior Bruta” más que en el “Producto Interior Bruto”. De otra forma, ¿para qué rompernos el espinazo trabajando duramente?

El consumo es ciertamente vital para nuestra supervivencia, pero tenemos que pensar en cómo dotarlo de una dimensión constructiva y altruista. Una economía altruista significa que las personas no se deben mover exclusivamente por la ganancia personal (la teoría económica clásica). El respeto por la igualdad y la consideración por los valores intrínsecos de otros (no considerando a los demás como instrumentos para utilizar en la consecución de nuestros intereses) debería llegar a ser un componente primario de comportamiento y sentimiento humanos».

Viaje por los Anapurnas

Viaje por los anapurnas - banderas de rezo

Queremos centrar este viaje por los Anapurnas en el camino entre Deurali y Tadapani. Cuando el caminante tiene la fortuna de descender o, si es un poco menos afortunado, de ascender por esta senda localizada en el Área de Conservación de los Anapurnas, en Nepal, se puede encontrar con espectáculos insólitos. Desde pequeños y talludos porteadores que cargan sobre sus espaldas portes tan pesados como frigoríficos o lavadoras hasta un alto en el camino frente al río, donde se encuentran cientos de pequeños montículos de piedra y cantos rodados.

Viaje por los anapurnas - piedras devocionales
De Deurali a Tadapani.

Es habitual encontrar en los caminos de montaña montones similares y aislados, llamados “Hitos”, que se utilizan para señalizar caminos y sendas, pero no es habitual encontrarse tantos juntos.

Nuestro guía, Pewandi, de origen Sherpa y como tal, de educación budista, nos explicó el origen de estas estructuras: Cada una de las piedras fue colocada por una persona que pensaba que la piedra le representaba a él mismo y que al colocarla en uno de los montículos, intenta unirse a un Todo absoluto, encomendándose así a algo superior. Toda esta simbología queda reforzada por la presencia de un río que, en sus épocas de crecida, baña y posiblemente arrastra parte de estas estructuras, simbolizando el devenir implacable.

Todos estos elementos, el uno, el todo, el devenir… forman parte de muchas filosofías y religiones orientales y tanto si el visitante es participe de estas ideas y creencias, como si no, lo que sí es cierto es que provocan una sensación de reverencia y respeto.

Banderas de rezo

Con una idea semejante, podemos encontrar tanto en las ciudades como en las montañas intrincadas marañas de banderas de rezo que ondean al viento gritando silenciosamente el mantra Om Mani Padme Hum. Se encuentran algunas que al llevar tanto tiempo expuestas a la intemperie no son más que jirones descoloridos en los que difícilmente se pueden ver los caracteres en sánscrito. Y junto a estas, suelen encontrarse otras más nuevas con colores chillones que retoman el relevo.

banderas de rezo en Anapurnas, Nepal
Banderas de rezo inscritas con Om Mani Padme Hum.

La creencia de que el viento arrastre las oraciones de las banderas y las esparza por el mundo quizá nos resulte más etérea o religiosa, sin embargo, no cabe duda de que añaden cierta belleza e identidad al ya de por sí asombroso paisaje de los Himalayas.

En el caso de los hitos, las reflexiones pueden ser infinitas y absolutamente personales: De orígenes solidarios, filosóficos, religiosos, políticos, personales, etc.

De cualquier manera, si alguna vez pasas por este lugar, hay dos piedras que añadimos a nuestro paso y te invitamos a que tomes un canto, lo acerques a tu frente en señal de humildad y lo coloques junto a los nuestros.